ALAMOS



La ciudad de los portales

Antes del atardecer ascender al mirador del Cerro del Perico. El pueblo destella brillos dorados en el ocaso y abajo se distingue la Plaza de Armas, el Palacio Municipal y la Parroquia de la Purísima Concepción. Cierra los ojos y alcanzarás a escuchar los pasos y las voces de la gente terminando el día. Sentirás cómo Álamos está vivo.

Desde las alturas resalta la imponente Sierra de Álamos-Río Cuchujaqui, un área natural protegida, que tiene la peculiaridad de poseer tres microclimas, desde el tropical hasta el templado, y una variedad excepcional de flora y fauna. De aquí fluyen los ríos que sostienen los ecosistemas de la zona.

Despertar entre santos

La Hacienda de los Santos es un lugar increíble. Los dueños la restauraron con muy buen gusto y ahora es un hotel boutique. Los cuartos son grandes, elegantes y originales. Después de cruzar un arroyo, llegas al restaurante, donde esa mañana desayunamos burritos de res, atole de pitahaya y tamales de garbanzo, todo eso con una vista espectacular del sol naciendo tras el Cerro del Perico.

Vale la pena tomarse tiempo para recorrer la hacienda, y es recomendable hacerlo en traje de baño ya que encontrarás varias albercas en sus patios. Incluso hay un cine privado.

La Plaza de Armas

Las encantadoras callejuelas empedradas desembocan en la famosa Plaza de Armas. Desde su construcción en el siglo XIX, parece paralizada en el tiempo, rodeada de viejas casonas con balcones enrejados, patios, traspatios y jardines. Sobresalen el estilo morisco del quiosco central y, por supuesto, la señoría de la Parroquia de la Purísima Concepción, de estilo clásico y barroco, el símbolo más representativo del pueblo.

A unos pasos encontramos el Museo Costumbrista de Sonora, que hace honor a la historia, identidad, cultura, usos y tradiciones propias del estado. Además de las exposiciones, se promueven talleres y presentaciones de danza, teatro, pintura y escultura. Nosotros participamos brevemente en un taller de cerámica, pero ¡se nos iba el tren!

 Paseo con la Doña

El trenecito turístico comienza su recorrido cada hora desde la plaza. Es perfecto para dar un buen vistazo al pueblo. Entre las acogedoras fachadas blancas y la nostalgia de los vestigios derruidos, testimonio de grandes épocas, llegarás a la casa de María Félix, donde creció una de las más grandes actrices del cine nacional. El lugar funciona como museo y hotel, con una colección de fotografías y objetos, y cinco suites dobles. Como parte del recorrido no debes perderte el Callejón del Beso, ni el Paseo del Chalatón.

Comida, punto y aparte

Si se trata de carnes, el menudo sonorense, la machaca y el caldo de res son excelentes recomendaciones. Ahora que si te gustan los frutos del mar, el lenguado, la mantarraya y el callo de hacha son maravillas provenientes del Mar de Cortés. Para un menú meramente regional visita Las Palmeras o el restaurante Reyna. Si prefieres algo más internacional no te pierdas el café Luz del Sol y el restaurante Doña Lola. De postre, elige las famosas coyotas de Sonora y los buñuelos acompañados de un dulce champurro. ¡Buen provecho!

 Tarde en un oasis

A sólo 5 km se encuentra el escondido poblado de La Aduana. Aquí existió la famosa mina La Libertad de la Quintera. Sus grandes calderas son huellas de una actividad de cientos de brazos, piernas y jornadas de trabajo. Ahora es un lugar de tranquilidad, con un paisaje bellísimo, precisamente situada entre el desierto de Sonora y la selva de Sinaloa. Por la manera en que se oculta el sol es preferible hacer la visita por la tarde, y no olvides tu cámara. Además, detente en la Iglesia de la Balvanera y, si ves a una señora que vende productos artesanales, como reto prueba la salsa de chile verde, ¡es la más picosa que probamos en todo el viaje!

Comienza la noche

Relájate junto a la chimenea del Chato´s Bar, dentro del hotel La Casa de los Tesoros, y disfruta al ritmo del cuarteto de Álamos, que se presenta todas las noches. Además, los sábados puedes presenciar la tradicional danza del venado de los yaqui, habitantes originarios de esta región. En el Charismas Bar, dentro del hotel La Mansión, prueba la cocina regional e internacional del chef Joseph Biggert. De regreso en la Hacienda de los Santos, La Cantina Zapata tiene más de 500 diferentes tequilas para degustar, y una impresionante colección de sombreros, monturas y estribos. No olvides probar el licor de Bacanora, tradicional sonorense.


Mar y sierra

Todo dependerá de qué quieras hacer. Si te llama la costa te puedes lanzar a conocer el encanto virgen de Naupatía, pero necesitas a un guía de la oficina de turismo. Una vez ahí, podrás disfrutar de un callo de hacha recién salido del agua y, si tienes suerte, podrás ver y compartir el agua con los delfines del estero.

Si lo tuyo es la montaña debes conocer El Pedregal, ideal para el ecoturismo. A las faldas de la Sierra de Álamos, podrás sumergirte en el bosque en sus 6 km de caminos; la geografía es perfecta para el avistamiento de aves. También tienen cabañas ecológicas con todos los servicios. Terminando tu recorrido siéntate a la sombra de una palapa a disfrutar de la mejor comida orgánica y platica con Elizabeth Nuzum, la dueña del lugar.

 Despedida
Si se te antoja llevarte un recuerdo de tu estancia en Álamos hay varios lugares que debes visitar antes de partir: el Mercado de las Artesanías y Artesanías Chávez.